1. Los pacientes con cirugía refractiva no pueden operarse de catarata
La cirugía refractiva láser actúa sobre la córnea para modificar su curvatura, por lo que no impide que posteriormente pueda llevarse a cabo una operación de catarata sobre el cristalino (implantando una lente dentro del ojo que lo sustituye). Pensar que ambas intervenciones quirúrgicas son incompatibles no tiene ningún fundamento, además existen otras opciones como las lentes intracorneales o las lentes intraoculares fáquicas (sin sustitución del cristalino), que tampoco suponen un impedimento ya que pueden extraerse en caso oportuno y, por tanto, son procedimientos reversibles.
2. El embarazo aumenta la miopía y el riesgo de desprendimiento de retina
Una idea comúnmente extendida es que el embarazo puede producir un aumento de la miopía. Aunque es cierto que durante la gestación el ojo experimenta ciertos cambios, como el resto del cuerpo, suelen ser alteraciones transitorias que desaparecen después del periodo de lactancia.
Asimismo, es errónea la creencia –extendida durante muchos años incluso entre profesionales de la salud– de que el esfuerzo del parto puede provocar un desprendimiento de retina, especialmente en mujeres miopes. Existen estudios que demuestras que no hay relación entre el esfuerzo del trabajo de parto y el desprendimiento de retina en pacientes con miopía alta.
3. La visión se pierde más si la “gastamos” mucho o si nos ponemos gafas
Pasar largas horas trabajando delante del ordenador, leyendo o haciendo tareas que requieran concentración puede provocar fatiga visual, ya que estamos realizando un sobreesfuerzo acomodativo. Como consecuencia, sentimos picor, enrojecimiento y sequedad ocular, a la vez que podemos ver borroso, pero si descansamos la mirada (mirando a los lejos), notaremos como la sintomatología mejora. Como tal la visión no se gasta, los síntomas son consecuencia del esfuerzo acomodativo.
Lo que sí ocurre es que, con el paso de los años, la calidad y cantidad de visión se va perdiendo progresivamente fruto del envejecimiento (presbicia y formación de catarata) del ojo ligado a la edad. Este es un proceso natural que no puede detenerse y, por ello, lo mejor es afrontarlo con las medidas oportunas, como ponernos gafas para la presbicia. Entonces, el hecho de llevar puesta la corrección óptica adecuada, no dará mayor comodidad visual.
4. El estrabismo no se puede operar en edad adulta
Muchos pacientes con estrabismo desde la infancia piensan que este problema ya no tiene solución cuando son adultos. Nada más lejos de la realidad, puesto que la desviación ocular puede operarse a cualquier edad con una tasa de éxito superior al 90%. Estos resultados se consiguen con una adecuada exploración oftalmológica y una técnica quirúrgica bien planeada.
5. Realizar esfuerzos físicos puede provocar un desprendimiento de retina
Esto es frecuente que los pacientes lo pregunten antes y justo después de la cirugía de desprendimiento de retina. Como tal no existe relación entre los esfuerzos físicos y los mecanismos que permiten la adhesión normal de la retina a las paredes del globo ocular. Los pacientes se sorprenden de que no indiquemos restricción alguna después de la cirugía en la inmensa mayoría de los casos.
En los inicios de la cirugía del desprendimiento de retina (hace alrededor de 80 años) se indicaba el reposo como una condición esencial para que la retina recuperase su posición. Este concepto ha perdurado hasta hoy y ha influido en la existencia de distintos mitos en torno a la enfermedad, aunque las técnicas y los avances actuales no requieren generalmente restricciones de posicionamiento ni impiden al paciente realizar esfuerzos físicos. De ahí que levantar pesos o practicar ciertos deportes no solo no repercuta negativamente en la evolución postquirúrgica del desprendimiento de retina, sino que tampoco puede considerarse un detonante que lo cause.
6. La presión ocular y la presión arterial están relacionadas
La presión ocular se refiere a la presión ejercida por los líquidos que se encuentran en el interior del globo ocular (sobre todo, el humor acuoso), mientras que la presión arterial tiene que ver con la presión de la sangre sobre las paredes de las arterias. Por lo tanto, ambas son independientes y los cambios de una no influyen en la otra. Si bien, cuando la presión arterial es demasiado alta o muy baja, esto puede comprometer la irrigación sanguínea del nervio óptico, afectando su función.
7. Utilizar dispositivos móviles y ver la televisión daña la vista
La tecnología está constantemente presente en nuestro día a día y, por esta razón, no es extraño que se discuta sobre cómo de perjudicial puede resultar para la visión. Más que renunciar a celulares, tablet u otras pantallas, la clave está en hacer un uso controlado. No es cierto que produzcan daños graves e irreversibles en la visión, pero sí debemos tener en cuenta que un abuso comporta más fatiga visual y que utilizar estos dispositivos demasiadas horas, durante muchos años (sobre todo, en edades tempranas), puede incrementar la progresión de la miopía.
El uso frecuente de fuentes de luz con alto contenido de luz azul como los celulares y pantallas interfieren con el ciclo del sueño, disminuyendo las señales que deben llegar al cerebro para indicar que debemos dormir y como consecuencia desarrollar insomnio.
¿Y qué sucede si, por ejemplo, nos acercamos demasiado para ver la televisión? Se ha demostrado que no es dañino para los ojos y que, de hecho, es peor ver de lejos forzando la vista, que estar cerca de la TV sin forzarla. En rehabilitación visual infantil, es frecuente que nos apoyemos con el uso de pantallas para visión cercana para mejorar la visión de los niños que tienen ambliopía (ojo flojo).
8. No se puede revisar ni operar a niños muy pequeños
Hay padres que no llevan a sus hijos al oftalmólogo cuando son pequeños porque piensan que todavía no tienen edad para colaborar, esta es una idea que debemos cambiar, ya que las revisiones oculares en los primeros años de vida son fundamentales. Una primera exploración tras el nacimiento nos permite descartar enfermedades congénitas, como catarata, glaucoma, malformaciones, tumores, etc. Posteriormente, otro momento clave es la revisión de los 3-4 años para valorar patologías relacionadas con la agudeza visual y la motilidad ocular”.
Parte importante de mi quehacer como cirujano de retina es la exploración del ojo de bebés que nacen prematuros, para tratar de detectar enfermedad en la retina por la prematurez de forma temprana y dar un tratamiento óptimo si es necesario.
9. Productos como el vinagre o el limón ayudan a limpiar los ojos
Algunos pacientes que vienen a consulta nos cuentan que se lavan los ojos con vinagre, té de manzanilla o con limón. Sin embargo, estos remedios caseros no son recomendables, ya que se trata de productos ácidos que pueden alterar la superficie ocular. Así pues, para mantener una buena higiene y aliviar posibles molestias derivadas de la falta de sueño, del uso de ordenadores o bien de patologías como la conjuntivitis, lo aconsejado es utilizar productos específicos para tal fin, como pueden ser las lágrimas artificiales.
10. Las lentes intraoculares requieren un mantenimiento periódico
A pesar de que la cirugía de catarata es una de las más comunes, aún existen muchos mitos a su alrededor. Uno de ellos es que la lente intraocular que se implanta en la operación debe limpiarse cada cierto tiempo porque se ensucia. En algunos pacientes puede ocurrir que, meses o años después de la intervención, se opacifique la cápsula posterior del ojo donde está alojada la lente, de modo que parece que se ha “ensuciado”. El tratamiento para esta condición es romper la cápsula opaca con láser en consulta, un procedimiento indoloro para el paciente, que no requiere extraer la lente. Salvo que se produzca algún problema específico, la lente intraocular permanece estable dentro del ojo, sin riesgo de moverse, y dura toda la vida.
Dr. Gilberto Noé Gutiérrez Ruiz
Cirujano Oftalmólogo / Cirujano de Retina y Vítreo
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